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sábado, 13 de marzo de 2010

Poemas

BAJO UN MAR SOÑANDO
LO QUE PUDO SER

A Beatriz

1

Mi niño alegre
y
solitario
aún te encuentra,
sin embargo.
Tal vez ya no recuerdes
que a las puertas
de esa iglesia
nos dábamos la vida.
Allí todos los días
nuestros padres cansados
rendíanse a Dios. Ellos
nos unían
y nos separaban. (Nosotros
solo esperábamos
la voluntad de los adultos).
Quizás ya lo olvidaste
y estás en tu derecho.
Yo aún soy prisionero
de tu infancia, sin la mía.

2

Fuiste la columna
de mi instante tuyo
que no cae,
de las eternas cosas
que se construyen
con la infancia.
Allí quedó Valdivia,
nuestra iglesia,
mi templo vacío
repleto de nostalgia.
Allí quedó el pan
y su tristeza.
Luego vino la sospecha
de haberse quedado solo.

3

Me parece que Lima
se pareciera
a nuestros padres:
nos junta
y nos separa,
nos separa
y nos junta
tal vez
con su esperanza
de esperanzarnos
juntos.
Aquí volví
a encontrarte
enseñándome
a ser dulce. Aquí
volví a ser niño
para volver a ser adulto.
Luego, la memoria,
cual marino navegó
bajo el mar soñando
lo que pudo ser.

4

Colmado de pasado
y ya sin pasajeros
una nave desespera
entre tú y yo.
¡Quién pudiese hacer,
hacer o deshacer!
¿Acaso tú lo sabes
o yo quizá lo sé?
¿Será tal vez la espera
de nosotros dos?

5

Tu mirada es la mía,
la mía es tu mirada.
Tu mirada se inclina
a inundarse en mi pupila.
¿O es que
el mar nació,
feliz,
de nuestros ojos?
¿O será
que vamos
juntos,
al fin?

6

Quizás fue el misterio
vestido de torpeza
o torpeza disfrazada
de misterio
sin respuesta.
Misterio
o torpeza
o torbellino del alma,
ya no importa cómo

la

CA

TÁS

TRO

FE

de

PER

DER

TE
.



COLEGIALA


Colegiala bonita
con tu uniforme,
con tu sonrisa azul
de cielo esperanza,
y tu alegría celeste
de celestial ensueño,
y tu mirada blanca
virginal y pura.

Qué latidos
y suspiros desfallecen,
qué noches desveladas
sin poder dormir,
qué secretos y silencios
sufren por ti.

Colegiala,
el amor es triste
sin tus labios rojos
de amor fidedigno.

No faltes a la escuela
que mi alegría llora,
no tardes a casa
que mamá te espera,
no faltes a mis ojos
…que desespero.



CANTO MARINO


No tengo nada que llorar;
en el mar está mi pena.
Jesús Ángel García.


Hay marinos sin retornos;
marinos que se quedan;
marinos que por siempre
no arribarán mas a tierra.

Hay marinos que se encantan
en paraísos oceánicos;
marinos que deliran
en travesías formidables.

Hay marinos que se acercan
al confín de sus nostalgias;
marinos que sostienen
alaridos de la tierra.

Hay marinos cristalinos;
marinos que construyen;
marinos que descubren
en alta mar su vida plena.

Hay marinos que naufragan;
marinos que renacen;
marinos que aman
su nuevo hogar que ya no es la tierra.

Marinos que amanecen
y ya no son marinos;
marinos que de pronto
se volvieron peces de oro.



VALDIVIA


Valdivia es mi aposento
de relojes estáticos;
un paisaje ignoto
en la estatua del tiempo.

Valdivia es mi norte
astillado en Cronos,
indivisible a mi alteza
de remotos llantos.

Allí divisan mis padres
en ansiosas búsquedas,
en ansiosas búsquedas
para multiplicar el trigo.

Mi exilio es Valdivia
y Valdivia mi infancia
donde nacen y crecen
y languidecen esperanzas.



.....................................


PENSAR que fue cortísimo
nuestro viaje de tu infancia,
o mi infancia de tu ausencia.
Quizá más rápido nos fuimos
en aquel pobre navío
de la soberbia de la vida.

Pensar, y no pensar más,
en esa doliente dicha
de su después inapelable.
(La infancia atesora lo que jamás
conoceremos -ni tú ni yo-
para después nos aceche: cancerbero
inevitable).

¿Es que ahora
eres culpable
de toda nuestra culpa?

Cómo rebelarse contra Cronos.
Cómo recordarle
que el archivo de la vida
se llama infancia.
Cómo profanarle la memoria
a la hora exacta en que dormita.

Cómo hacerle trizas
de futuro
armado hasta las venas;
ofrendarse a sus pies,
odiarle, amarle, extrañarle,
perdonarle de por vida;
ordenarle que se invente un corazón,
se ponga sus latidos,
para volver todos al mundo,
niños, de la mano.


........................................


¡CÓMO encontrarme
ya sin tu infancia!

Tu juventud, ahora,
ya solo es un heraldo
que apuñala
y se acerca
a morir sin mí.

Tu juventud me trae
dolorosa ternura,
melancólica dicha,
y un amoroso río
para morir de sed.

¡Yo no te quise así!

¿Ya no eres la columna
que nos soportó?

¿Ya no serás aquella
que nos arraigó
a la canción del niño
de nosotros dos?

Tu juventud solo me ofrece
un “hasta pronto”,
un “mas después”,
un “más tarde” que olvida
que podría ser
tal vez ya un adiós.

Tu juventud me arrastra
a la angustia más bella,
a la felicidad que llora
tu juventud: tu juventud
que llega, cruel,
ya sin niñez.

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